24 de enero de 2023
C/ Mestre Gozalvo, 13
— Cerveza doble
- Clara de limón
- Figatell marinero de sepia
- Canelón de pollo y queso servilleta
- Coca ”Tomas Huerta” de papada ibérica
- Bikini comté 16 meses
- Tortilla Vaga con chipirones y papas Lolita
- Bomba de croquetón de pollo con alioli y bravas (fuera de carta)
- Brazo de gitano con su
- Vino: Supernova tinto (Mallorca)
- 2 Cortados
Total: 84,10€
Esta vez le tocó elegir a Pablo, y se decidió por Ultramarinos Huerta. Un local muy original y que nos dejó muy buen sabor de boca. Literalmente.
Ultramarinos Huerta está situado en el barrio de Ruzafa de Valencia. Como su propio nombre indica es una antigua tienda de ultramarinos adaptada ahora como restaurante. Conserva muchos elementos tradicionales y ambientales típicos de estas antiguas tiendas (ahora prácticamente extinguidas), como las baldosas, azulejos y elementos decorativos, y la verdad es que el resultado es magnífico, muy original y agradable.
Como suele ser habitual empezamos con cerveza doble para Raquel y clara de limón para Pablo, y como también es habitual en estos tiempos mientras dábamos los primeros tragos accedimos a la carta vía código QR.
La carta de Ultramarinos Huerta está orientada a platos para compartir, con una sección de sugerencias del día y además también disponen de un buen número de platos fuera de carta. La colección de vinos disponible no es nada desdeñable y en esta ocasión nos decantamos por algo totalmente desconocido para nosotros: un vino timto mallorquín, Supernova. Una elección acertada sin duda , con un aroma suave y muy amable. Nos recordó bastante al mas conocido Rioja Azpilicueta,
En cuanto a nuestra elección de platos nos dejamos aconsejar por el servicio. Si bien hemos de hacer mención a que a nuestra conversación en la que estábamos decidiendo que pedir se unió de una manera un poco abrupta y acelerada la camarera asignada a nuestra mesa y al final acabamos decidiendo entre los tres con mas prisas de lo que nos hubiera gustado. Aunque a nosotros nos gusta tomarnos un poco más de tiempo para elegir los platos tenemos que decir que las recomendaciones fueron muy buenas y que el servicio quitando esta situación inicial fue impecable el resto de nuestra estancia.
Queríamos hacer mención especial a un detalle que nos gustó mucho. Los platos nos recordaron mucho a las antiguas vajillas que usaban nuestras abuelas. Quizá algunos de vosotros recordáis esos antiguos platos de cristal que se usaban en el siglo pasado, pues estos eran iguales. Un detalle nostálgico que nos gustó muchísimo y que sienta muy bien a un local como este.
Nuestro primer plato fue el Figatell de sepia y lo podemos considerar como el plato estrella junto con otro del que hablaremos mas adelante. En el caso del figatell, este saquito relleno de sepia estuvo sensacional, jugoso y muy sabroso. El tipo de plato que se te pasa por la cabeza volver a pedir y que además demuestra que en Ultramarinos Huerta se preocupan por la calidad de las materias primas con las que cocinan sus platos.
Junto con el figatell llegó la bomba de croquetón de pollo. Este plato estaba fuera de carta y fue recomendación del servicio. Es una gran croqueta para compartir y a Pablo le gustó mucho mas que a Raquel. Lo cual es muy comprensible porque Raquel es cocinera y una parte importante de su trabajo la pasa boleando croquetas, con lo que cuando ve una croqueta (aunque sea un croquetón tan bien presentado como este) le entran ganas de salir corriendo. No obstante por ‘muy croquetón y mucho croquetón’ que sea, no resultó para nosotros ser uno de los platos estrella de Ultramarinos Huerta.
En la siguiente remesa llegaron el bikini y la tortilla vaga. Parece difícil a estas alturas innovar con un bikini y no es que aquí lo hayan conseguido pero lo que lo hace especial es la ‘chicha’ con la que viene: el jamón de 16 meses de curación. Éste es uno de los platos mas reconocidos y pedidos de Ultramarinos Huerta y sin duda es por lo sabroso del jamón. Dentro de su simpleza es lo que lo hace especial.
Pero hablando de simpleza hay que hacer mención a la tortilla vaga con chipirones. Tortilla vaga no significa que en la cocina no tengan ganas de trabajar sino que está hecha por un lado y no se le ha dado la vuelta, con lo que queda muy líquida. Si bien puede parecer una tontería porque al fin y al cabo una tortilla y una lata de chipirones parece que no tienen mucha historia lo que la hace especial y original es la elaboración y que a alguna mente inspirada se le haya ocurrido hacerla de esta forma. Y el resultado es muy bueno, original y se podría decir que incluso divertido.
Los siguientes dos platos fueron el canelón y la coca. Del canelón, podemos decir algo muy parecido al croquetón. Siendo un plato muy digno y sabroso, no es algo que creamos que vayamos a recordar de ultramarinos Huerta. El motivo por el que no lo recordaremos demasiado es porque se sirvió junto con la maravillosa, espectacular, fantástica y totalmente excepcional Coca ‘Tomás Huerta’ de papada ibérica. Aunque no conocemos a Tomás se ha ganado el cariño, respeto y admiración tanto nuestro como de nuestras papilas gustativas. Podríamos hablar de sus ingredientes y elaboración pero sobran las palabras, ¡probadla, insensatos!. No es difícil y si habéis leído hasta aquí habréis adivinado que este es nuestro segundo plato estrella de Ultramarinos Huerta. Entre el Figatell de sepia y la Coca ‘Tomás Huerta’ está nuestro ganador absoluto. Para Raquel es el Figatell pero Pablo prefiere la Coca de su no conocido pero admirado Tomás.
Como postre pedimos el brazo de gitano con un toque muy bienvenido de mistela. Muy dulce y apetitoso. Un gran postre para poner punto final a una agradable estancia. El problema es que después de la coca todo lo que llegue es difícil que esté a su altura (excepto otra coca, por supuesto) y eso es lo que le pasó al brazo de gitano. La sombra de la Coca es muy alargada.
Para acabar, queríamos hacer mención también al hilo musical. Canciones de Queen, Madonna y otros grupos de los 80 nos parecieron un acompañamiento muy bien elegido. La música de fondo con la ambientación y detalles como los platos ayudan a crear esa sensación de nostalgia tan bien conseguida.
Un 10 para Ultramarinos Huerta… y un 14 para Tomás
Su nombre parece una tienda
Pero es un peculiar restaurante
Con vajilla de la abuela
Y azulejos como antes
Elegimos para empezar
figatell de sepia relleno
Nos estuvo sensacional
Todavía lo echamos de menos
Siguió una tortilla vaga
Hecha solo por una parte
Y un bikini que con simpleza
Tenía un jamón curado con arte
Respecto al croquetón y canelón
La verdad no destacaron en nada
Pero ¡ay la coca Tomás Huerta!
Deliciosa con su ibérica papada
De postre brazo de gitano
Con un poquito de mistela
Pasamos la comida escuchando
A Queen, Madonna y no a Camela
V de Barcelona











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